«No estás escuchando realmente lo que está sonando»
Con esa frase comenzó su clase magistral Pablo Ferrández en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid el sábado 30 de noviembre.
Escuchando se aprende muchísimo, por ello me fui de cabeza a este encuentro entre Ferrández y algunos de los/as alumnos/as de la cátedra de violoncello del centro. Me fui al encuentro como oyente, cuaderno en mano para anotar y reflexionar sobre todo lo que allí sonara, fuese melodía o palabra. Escuchando se aprende muchísimo pero, ¿escuchamos realmente? A lo que se refería este gran cellísta con la frase que os presento al inicio es a que, el trabajo de la alumna que interpretó el Concierto de Dvorák para cello y orquesta estaba correcto, pero al 60% de cómo debería estar. Escuchar para nosotros significa tener en la cabeza el sonido que queremos que suene, anticipar la escucha.
Me gustó llevar mi cuaderno a la clase magistral, puesto que no era un cuaderno cualquiera. El cuaderno de notas que rescaté para esta ocasión es en el que apuntaba todo lo que trabajaba en mis clases de Superior con mi maestro Israel Fausto o las clases de postgrado con otro de mis maestros, Lluís Claret. Y ahí, ya estaba anotado: anticipar la escucha, decidir cómo quiero que suene. Eso me hizo confirmar mi convencimiento de que la música clásica y la carrera que hay detrás de ella, es puro aprendizaje vital y que los músicos debemos compartir esos aprendizajes con la ciudadanía desde el lugar profesional en el que estemos. Esta creencia es uno de los motivos por los que escribo esta newsletter. Esta es la creencia que tengo dentro del aula de lenguaje musical con mis discentes, teniendo en cuenta que habrá muchos de ellos que no se dedicarán a esto pero tendrán un aprendizaje que les servirá de por vida.
Saliendo de la nostalgia y volviendo a lo aprendido en esa mañana de sábado, Pablo comentó que gran parte de cómo suena lo que tocamos viene de la sensación física. Por ello, debemos involucrar al cuerpo en el sonido, en la producción sonora, para lo que debemos prestar atención máxima en cada nota y en la conexión entre sonidos. Una observación válida para cantar, tocar, hablar y por supuesto, bailar.
Eso me llevó a pensar que un ejecutor, que es el que toca un instrumento, no presta atención a lo que escucha. Sin embargo, un músico piensa cada sonido, no desconecta de su discurso, piensa a dónde va cada nota. Un músico es un buen orador, un gran contador de historias. En esa interesante clase, este gran músico también comentó:
«Hay muchas capas por encima de tocar las notas, que ya en sí es un trabajo tremendo»
A lo que horas más tarde añadió:
«La gente debería conocer realmente lo difícil que es tocar un instrumento, todo el trabajo que conlleva.»
¡Cuánta razón!
En referencia a la diferencia entre ejecutor y musico me gustaría compartir un pensamiento: la meta de nuestros discentes y la nuestra como docentes es conseguir que los primeros sean músicos, MÚSICOS en mayúsculas, de los que tienen la escucha entrenada. Y más aún, es que los primeros sean ciudadanos con una capacidad de escucha crítica, reflexiva y real.
«Un músico es tan bueno como su sonido»
Si escucho y decido cómo quiero que suene lo que toco, estoy prestando gran atención al sonido. ¿Y si no lo hago? Nuestro sonido nos dice quiénes somos y muestra quiénes somos y por eso hay que cuidarlo. Pablo decía al siguiente alumno que no hay que permitirse que suene feo.
Decidir cómo queremos que suene, qué queremos que suene, cuál es la dirección de nuestro interpretación es similar al discurso hablado: si no reparamos en lo que decimos y cómo lo decimos, estamos pegando una chapa infumable al público u oyente y no hay necesidad. Para eso siempre es mejor el silencio.
Os invito a escuchar a este gran violoncellísta made in Spain, que gira por todo el mundo haciendo música y explicándole a los oyentes, lo que quiere contar conectando decididamente cada sonido de su interpretación.
El resto de aprendizajes de esta clase magistral, lo dejo para futuras entregas de Silencio, se escucha.
Antes de despedirme, agradecer a Fernando Arias que, con tanta amabilidad, me dejara asistir a disfrutar de una mañana llena de aprendizaje junto a Pablo Ferrández y los/as alumnos/as del centro. ¡Viva la enseñanza pública!
Un abrazo
Juana cello